Tiempo de lectura aprox: 5 minutos, 7 segundos
* Ya no traemos mallones ni copetes exagerados, pero se notan con orgullo los treinta años que han transcurrido; nos sigue gustando ser sonrisa, podemos enamorarnos en un Bazar y sobrevivir a la vida cotidiana desde nuestra trinchera
Por Elvira Hernández Carballido
Especial de Expediente Ultra
Me gusta ser sonrisa, sobre tus labios siempre estar.
Me gusta ser poetisa, metaforizar, más sobre ti.
Los acordes iniciaron, en el auditorio “Gota de Plata” en Pachuca comienzan a escucharse gritos y aplausos. El público es muy variado, pero de inmediato se distinguen quienes pertenecen a la generación juvenil de los ochenta. Ya no traemos mallones ni copetes exagerados, pero se notan con orgullo los treinta años que han transcurridos, nos sigue gustando ser sonrisa, podemos enamorarnos en un Bazar y sobrevivir a la vida cotidiana desde nuestra trinchera. Estamos ahí porque nos gusta un trío musical que surgió en 1985 y se sigue llamando “Flans”.
Ilse, Mimi e Ivonne aparecen en el escenario, su manera de vestir sigue delatando la personalidad de cada una de ellas. Ilse es la vivaz y linda, Mimi la romántica y tradicional, Ivonne rebelde e irreverente. Agradecen los aplausos. Los coros de su público de inmediato siguen la siguiente canción y la otra y la otra:
Me pides más.
Después te vas.
Tu indecisión, contradicción.
Tus temores anclados en mi amor.
No arriesgas nunca el corazón.
Siempre adelante la razón.
Robas mis fantasías con tu voz.
No dejé de cantar con ellas a todo pulmón pero al mismo tiempo comprendo o justifico esta identificación. Llegaron justo en el momento es que las necesitábamos, justo a la mitad de la década de los ochenta. Después de un terremoto que nos aproximó como nunca a la tragedia pero también a la solidaridad cuando la ciudad de México se había caído a pedacitos. Ellas llegaron cuando las jóvenes de esa época no encontrábamos un espejo fiel, el mismo que reflejara nuestra ingenuidad pero también nuestra apuesta por cambiar, por ser algo más, ir tras nuestros sueños, querernos bien.
En efecto, si bien surgieron como un concepto comercial, la propuesta superó las expectativas de su fundadora, Mildred Villafañe. Es cierto, “Flans” se dio a conocer en programas como “Siempre en Domingo”, Televisa las presentaba en sus programas como “Video Éxitos” o “XE-TÚ”. También fueron difundidas de manera constante en las grandes empresas radiofónicas del país, donde a cada rato era fácil escuchar su primer éxito musical:
“Te conocí en un Bazar, un sábado a medio día.
Entre la gente y los puestos, pronto tú me seguías.
Te descubriste a mi lado a ver qué cara ponía.
Me compraba una blusa, un pantalón de mezclilla.
Me enamoré de ti en un Bazar.
Entre cuadros y revistas, camisetas, discos y jeans.”
Pero se debe destacar que expresaban lo que muchas chicas de esa época sentíamos y deseábamos manifestar de nuestra manera de ser y sentir. Jóvenes que ya gozábamos de las olas del feminismo, que no nos resultaba ajena la palabra libertad o decisión. Frases como “lo personal es político” o revistas como “Fem” ya no resultaba algo lejano para algunas de nosotras. Por eso, una de sus primeras canciones fue mucho más que un éxito, fue delatarnos, arriesgarnos, creer en nuestra propia fuerza:
“No controles mi forma de pensar porque es total
Y a todo el mundo gusto.
No controles mi forma de actuar porque es total.
Y a todo el mundo gusto.
No controles mi forma de bailar porque es total.
Y a todo el mundo gusto.
No controles mi forma de mirar porque es total,
Y a todo el mundo gusto
No controles mis sentidos, no controles mis vestidos
¡NOOOOO!”
En “Flans” había más que moda o estereotipos, etiquetas o modelos a seguir. Sus canciones más populares pueden ser calificadas de simples e ingenuas, pero las acompañaba un discurso delator, una ráfaga de cambio, de otra manera de querer ser sin señalamientos patriarcales o juicios machistas. En su primer disco, Flans (1985), una canción de desamor llama la atención porque es ella quien pone fin a la relación, si tragedias ni sentimentalismo, se despide del hombre que ya no ama:
“Si quieres verme alguna vez.
Tan solo llama y volveré.
Si tu dolor, te deja ver.
Quisiera ser tu amiga.
Yo nunca te podré olvidar.
Pero el amor es como es.
A veces da, a veces no.
Y no hay quien lo controle.
Ay amor perdóname.
Sólo intento no hacer daño
Sin mentiras sin engaños
Ay amor entiéndeme
Sé que es duro y no sé lo que hacer.”
En su segunda producción, “20 millas” (1986), hay una existencia a romper con el estereotipo del macho y proponen nuevas masculinidades. Le cantan al chico tímido, y al que no es un Rocky. Al galán conquistador e indiferente le cantan de manera clara y muy precisa:
Llegas aquí como un seductor.
Con aires de decidir cómo y dónde voy.
Me quieres incluir, en tu colección.
De chicas inocentes, loco, impertinente.
Baila solo que yo no voy.
Esta noche no, esta noche no.
En ese mismo disco, mi canción favorita porque hace referencia al placer femenino, quizá las interjecciones imitan un maravilloso orgasmo, tal vez las onomatopeyas delatan el gozo de la sensualidad femenina en su punto máximo. Saber sentir, saber gozar, deleitarse, mostrar satisfacción y deseo:
Él está a mí lado y no sé qué decirle.
Dentro de mi cuerpo se alborota mi sangre.
Las ideas se me cruzan,vienen y van.
Él es mi hombre, lo supe nada más mirarle,
Y yo que me creía toda seguridad,
Me mira y voy perdiendo la serenidad.
No sé decir palabra, tan sólo murmurar:
Uhm, ah, oh, uhm, ah, oh, oh, uhm, ah, oh.
Veinticinco minutos hace que me besa y yo
No sé decir palabra tan sólo murmurar
Uhm, ah, oh, oh oh.
“Luz y sombra” (1987) tiene grandes éxitos como “Corre corre” y “Me he enamorado de un fan”, pero llama la atención que empiecen a componer sus canciones y más si la letra que escribió Ivonne rompe totalmente con la consigna de que las mujeres debemos casarnos para ser felices. Por cierto, con esta canción regresaron a los escenarios, en su primer concierto en el Auditorio Nacional, en el año 2000, empezando el siglo XXI:
“No me quiero casar.
Hay rumores que dicen que escapo de la ciudad.
Que mis sentimientos volaron sin ver atrás
Un anillo en el dedo el amor lo complicará.
Vestida de blanco mis sueños no cambiarán.
Una historia de amor, sin fin, sin solución
No me trates de atar a ti por convicción
No me quiero casar
Ni tú ni yo.”
Hacen un verdadero homenaje a María Grever y en su cuarta producción, 1988, hacen referencia a la importancia de encontrar un alma gemela, pero destaca una canción que delata la fuerza de una mujer que puede estar sola y que reconoce la debilidad masculina, los miedos de un hombre a decir lo que siente, la lealtad al silencio para no romper con los roles asignados:
“Se ha asomado una estrella y tú te tapas la cara.
Te molesta su tierna luz que pega en tu espalda.
Nunca pude mirarte bien, de frente a los ojos.
No me pidas que intente ver lo que no conozco.
Detrás de tu silencio, oigo el llanto de tus sueños.
Sé que buscas la razón.
Detrás de tu silencio, como espejos frente a frente.
Se refleja tu dolor.”
En 1989 juegas con mosquitos que prometen ayuda para estudiar, las canciones y cuentos reconocen que un público infantil también las seguía. Pero a los cinco años de existir deciden separarse en 1990 y el disco “Adiós” parece definitivo peor no lo es y no lo podrá ser nunca. Sus admiradoras seguimos fieles y en alguna tarde, durante algún insomnio, por buena compañía, leal a la nostalgia, las escuchábamos de vez en vez, nuestra historia las tenía como fondo musical, la melancolía nos inspiraba mejor si una canción de “Flans” se dejaba escuchar en nuestra casa, en el estudio o en el coche. Fueron un buen ejemplo que la amistad femenina siempre tendrá un sabor agridulce, quizá ya no se llevaban bien, ya no podían compartir como antes, nada mejor que reconocer esa imposibilidad de la sororidad y alejarse.
Antes de terminar el siglo XX surge una epidemia de reencuentros, por suerte ellas se dejan contagiar y en 1999 Ilse, Ivonne y Mimí, regresan, graban el disco “Hadas” y vuelven a dar conciertos. En su gira por los 30 años de existencia han recorrido todo el país, la Bellairosa –por suerte-, no fue la excepción y el sábado 4 de febrero nos hicieron bailar, cantar, regresar a los ochenta, a las ilusiones de juventud pero también a nuestra vida de hoy. Ellas más maduras, nosotras también. Ellas igual de irreverentes e ingenuas, nosotras también. Ellas mujeres de hoy, nosotras también. Y me alejo del “Gota de Plata”, sin dejar de cantar:
Cuando salgo a cantar te veo ahí.
Me miras y yo me pongo a temblar.
Te salgo a buscar y nunca te encuentro, siempre te vas.
Y yo grito:
¿Quién me ofrece una solución?
Para arreglar mi situación.
Me he enamorado de un fan.