Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 57 segundos
Por Juan Carbajal/@JA_CARBAJAL
En los últimos años, es muy recurrente el tema de innovación en el gobierno, sin embargo, pocos entienden lo que realmente significa; y solo figura como una estrategia generalizada para adjuntar a los discursos y hacer parecer que se trabaja adecuadamente.
Existen muchas definiciones complejas, pero de manera general el término “innovación gubernamental” se refiere al proceso de implementación de nuevos enfoques para abordar viejos problemas, con el objetivo de ayudar a los servicios públicos y en teoría, mejorar la atención a los ciudadanos.
Si bien la innovación es sinónimo de invención en el sector privado, en el campo gubernamental, puede significar convertir una nueva idea en una política o proceso, pero también puede significar construir y mejorar las soluciones que ya existen o en muchos casos solo se trata de palabrería.
Teóricamente, hablar de innovación contempla mejores resultados del gobierno, derribando la burocracia, y evitando que sean llamativos o de alto rendimiento mediático, esto implica que el gobierno debe centrarse en lo que los ciudadanos quieren y necesitan, cambiando la forma en que funcionan los servidores públicos, no como un programa, sino como una conducta.
El mayor obstáculo que enfrentan los gobierno ante la innovación es su incapacidad para aprender de sí mismo, la falta de integración de equipos multidisciplinarios, la nula participación de los usuarios finales, la negativa a medir los progresos y sobre todo la negligente idea de aprender del fracaso; por no representar una opción de rentabilidad política.
Para el caso de los nacientes gobiernos municipales en el estado de Hidalgo, pocos son los esquemas de verdadera innovación que se han presentado y peor aún, los gobiernos emanados del Movimiento de Regeneración Nacional MORENA, no se han complicado en el tema bajo un esquema de solo cambiar de nombre a las cosas para llamarle innovación.
El desconocimiento total de la historia, las acciones y las formas de gobierno, nos han llevado a encontrar que, como gobiernos municipales, con un nuevo nombre en la estructura orgánica sienten que ya han cumplido con los ciudadanos.
Ante los señalamientos y reclamos, la salida más fácil es el ya famoso cliché de “antes no reclamaron”; tal parece que esta frase libera culpas, perdona errores y repara ignorancia, porque el único reflejo real detrás de este refrán, es el desconocimiento de la realidad social en el que se desempeñan los gobiernos en turno.
Cambiarle de nombre a una dependencia no le hace más eficiente, cuando carecen de diagnósticos situacionales, datos duros y sobre todo ante la ausente estructura administrativa que permita atender puntualmente al ciudadano, el nombre del área se vuelve irrelevante.
Cabe aclarar que no está mal que le cambien el nombre; cada administración tiene la opción de hacer propios los espacios y acciones para impregnar un sello que distinga su efímero paso en la función pública; lo que si esta mal, es que nos quieran vender a los ciudadanos de a pie, como algo nuevo, espectacular o de grandes alcaldes, sus escasas ideas.
Si además de todo, le sumamos que las presidentas municipales, síndicos, regidores y funcionarios públicos, en los gobiernos municipales emanados por MORENA, que tomaron protesta el pasado 15 de diciembre, muestran una marcada ignorancia del andamiaje legal, administrativo y operacional del municipio, las estrategias, programas y acciones implementadas en los cercanos 100 días de gobierno, presentan una carente innovación y solo nos dejan con un discurso demagogo y populista queriendo legitimar en las palabras lo que en hechos no pueden sustentar.
