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* En su búsqueda de encabezar un frente amplio, Miguel Ángel Mancera apapacha a las fuerzas armadas, vía el titular del TSJCDMX
Por JOSÉ LUIS AGUIRRE HUERTA *
Especial para Expediente Ultra
El tribuno de la justicia en Ciudad Mancera prende el incensario para rendir tributo a las fuerzas armadas del país, en los paraninfos de las palestras tribunalicias, poco importa el principio de soberanía, autodeterminación e independencia que debe permear en los operadores de justicia, quienes deben ostentarse con criterios imparcialistas de no sumisión frente a otros poderes (Banjército etc.).
Señalaba Lenin que la democracia es una máscara de civilidad y buenas razones, y si no logra convencer, se arranca la máscara y aparece el monstruo de la represión y la dictadura con el feroz garrote de las fuerzas militares.
En ese panorama, el filósofo Mancera ante sus enormes aspiraciones presidenciales, no pasa por alto, que para gobernar, si no se convence con la democracia ante la desgastada fama de los políticos mexicanos, con sus vergonzantes despliegues conductuales, la caballada esta flaca, y como mecanismos de prevención propone dos puntos electoreros, primero unificar a todas las fuerzas de los partidos y partiduchos, de izquierda, de derecha, del centro, de en medio, y de donde sea, para llevar a las urnas un amasamiento de votos sin importar ideologías ni principios, que permitan a la clase gobernante el continuismo en el ejercicio del poder.
Y por otro lado llenar de mimos y de salchichón a la fuerza material de la clase gobernante representada en el ejército.
Ya le enseñó la experiencia histórica del Doctor Heroico Salvador Allende, que a toda costa hay que conjurar al pinochetismo (golpe militar).
En un sistema antidemocrático de derecho, el descontrol de las fuerzas armadas por parte de la clase dominante, trae consigo la pérdida del poder, la hegemonía castrista en Cuba así lo enseña.
Hugo Chávez y su discípulo Maduro, no tan maduro, sin ese control de las fuerzas armadas, la CIA americana desde cuando los hubiera convertido en hamburguesas o en polvo para pinole.
Peña Nieto sin el apoyo de las fuerzas armadas, simplemente hubiese dicho arrivederci.
Es claro que el Estado y el Derecho francamente pueden presenciar, el borde de su sepultura sin el apoyo de las fuerzas militares.
En la prevalencia del derecho penal es evidente el requerimiento de la mano armada del Estado, nadie obedece sino mediante la amenaza intimidatoria de la represión y aun así tampoco se obedece en un Estado decadente de descomposición social.
El derecho penal imprime diversos conocimientos de diferentes ramas del saber, para el análisis y critica del ejercicio del poder punitivo, y explicar su operatividad social, con el objeto de proponer la reducción de la violencia.
Sin embargo es una parodia que imprime el Estado para imponer sus reglas.
No es posible que la existencia humana se encuentre reducida a un compendio burocratizante, de normas que lo reduzcan a límites intolerables de control de su libertad y desarrollo humano.
El Derecho pretende introducirse hasta en el ámbito de libertad sexual de los individuos, espacios que solo competen al erotismo humano.
Sin embargo en las sociedades capitalistas modernas el manejo de la sexualidad se imprime con una mercancía de uso común con moneda de cambio, cualquier relación de pareja asume la interpretación de intercambio de bienes y servicios, degradándola a relaciones económicas de producción con valores mercantiles que impactan al derecho familiar de prestaciones y contraprestaciones serviles, cubiertas bajo ópticas rentísticas, lo que transita por el famoso fetichismo de las mercancías marxista.
Resulta incuestionable que en ese ámbito degradante la mujer lleva la peor parte, al convertirse en un símbolo de sexualidad mercantil, acaparada por valores comerciales y publicitarios.
El anterior panorama revela una franca inexistencia de derechos humanos y el poder disociatorio del derecho penal, frente a conductas antijurídicas de abuso sexual, queda pulverizado en el campo de la reparación del daño.
Actualmente nuestro país ha dado paso a las reformas en el derecho penal, para pretender dar entrada al procedimiento oral acusatorio, con manejos de ejecución de sentencia tendientes a la resocialización de los justiciables en ejecución de sentencias penales.
Ha pasado más de un año de la implementación de la rimbombante oralidad, sin que de manera precedente se hubiera preparado el andamiaje para la factibilización de la resocialización del justiciable penal.
Curiosamente un hombre togado de Magistrado con una barbilla resplandeciente muy al estilo de Tonatzin inspector en homenaje al personajazo del recientemente fallecido Eduardo del Río “RIUS”.
En fin este togado, pasado más de un año de la oralidad ahora si comparece preocupado para tratar de instrumentar los mecanismos conducentes para educar en un colegio a los policías que deban participar en los ditirambos del procedimiento oral acusatorio y en la vigilancia control y sanción de los imputados sujetos a tratamiento de excarcelación en sustitución penal de penas privativas de libertad.
Pasado un año de haberse orquestado tal sistema, es hasta ahora cuando el togado Pérez Juárez se preocupa por esos rubros que debieron haber sido orquestados con cualquier lógica de dos dedos de frente, en forma precedente a la instauración del juicio oral adversarial.
La ciudadanía azorada se pregunta: ¿qué pasó entonces con los reos sujetos a ese procedimiento antes de la novísima preocupación reciente del togado de mediana estatura, Álvaro Augusto Pérez Juárez?
En este país mágico y no México, todo puede pasar, desde nombrar y sostener a un Magistrado descubierto en pleno sexo oral, en las calles de Bartolache de la Colonia del Valle de la Ciudad Mancera, hasta designar a un loco rompe sillas porque sí en los estrados de su asiento de letrado, como Juez de oralidad.
A nadie se le puede ocurrir que en mágico y no México, antes de nombrar un operador de justicia, se le pudiera pasar por el tamiz de un examen psiquiátrico.
Valga el presente como un grito desesperado ante el estado de cosas inominoso por el que atraviesa la justicia capitalina mancerista, arrodillada en exposición museográfica, en las salas tribunaliceas, para quemarle incienso al salvador de la patria, a Salvador Cienfuegos, quien tiene que realizar su trabajo degradado a policía para cuidar las calles capitalinas, porque simplemente los cuerpos policiacos, muy a pesar de los millonarios presupuestos que implica su funcionamiento a cargo de los impuestos ciudadanos, se han trastocado en inservibles.
Ante tal panorama, las autoridades capitalinas a chillido plañidero y tambor batiente, suplican el auxilio de los soldados y los marinos, para suplir la inutilidad de sus policías, basta un ejemplo Tlahuac Connection
* Abogado de Profesión
Presidente de la Barra Interamericana de Derechos Humanos