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Sindicalismo

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(Recordando a un excelente periodistas, quien fuera colaborador de Expediente Ultra)

 

Por Fausto Fernández Ponte (EPD)

I

Los sindicatos que recordaron en masa a los Mártires de Chicago el primer día de mayo –fecha denominada Día del Trabajo en todo el mundo, excepto Estados Unidos– también recordaron otra cosa:

Recordaron que el origen de los sindicatos se sustenta sobre la toma de conciencia de que sólo mediante el esfuerzo colectivo –la unión hace la fuerza– es posible lograr reivindicaciones.

Los primeros sindicatos –europeos– fueron clandestinos. Las asociaciones de trabajadores estuvieron prohibidas por la ley, la cual se aplicaba draconianamente tratándose de reivindicaciones laborales.

No huelga traer a colación que la masonería, que fue en sus orígenes en la alta Edad Media el sindicato secreto de los albañiles fue durante mucho tiempo un grupo clandestino.

Los empeños de ese sindicato clandestino eran los de defender los intereses comunes de sus miembros, esos albañiles que construyeron las grandes e impresionantes iglesias góticas europeas.

Señálese que los albañiles –los masones– dejaron su huella no sólo en las construcciones portentosas, sino también en sus símbolos: el compás, la escuadra y el mandil.

Mas no nos desviemos del tema, caro leyente. Volvamos al tema: Los gremiso medievales bien podrían ser identificados como antecedentes históricos del sindicalismo obrero.

II

Posteriormente, con la instalación de las primeras estructuras industriales, los gremios de obreros vivieron una situación dado que se les explotaba y expoliaba brutalmente.

Fue en ese punto crucial que un elemental instinto de conservación movió a los obreros a unirse; es decir, a coligarse. Tomaron conciencia de que la defensa de sus intereses debía ser colectiva.

Dígase de otro arreo que en esos gremios se cayó en la cuenta de que la unión de sus miembros hace la fuerza, necesaria para vencer las prohibiciones legales de la época y resistencias patronales.

Así, venciendo prohibiciones y resistencias –que hoy, varios siglos después, son, todavía, obstáculos formidables, como se observa con nitidez en México– se formaron los primeros sindicatos.

Estos actuaban, cabría reiterar, en una guisa de clandestinaje, para que se les reconociera un derecho que intangible: la coalición de los obreros. Las luchas para lograr tal meta fueron duras.

En el siglo XIX, los sindicatos y el sindicalismo se expandieron al ritmo de la industrialización. En 1871, en Inglaterra se reconoció legalmente a los trade unions. Estas se multiplicaron.

En 1881, los sindicatos fueron reconocidos legalmente en Alemania. Se les reconoció, asimismo, el derecho de los obreros a coaligarse; a actuar, pues, colectivamente. Lograr convenios laborales colectivos.

III

Así, poco a poco, pero sostenidamente, las asociaciones obreras fueron formalmente admitidas en Europa a partir de la década de los sesenta del siglo XIX. Al obrero se le consideraba revolucionario.

Y revolucionario era. La cultura de las reivindicaciones tuvo varias expresiones ideológicas y, desde luego, políticas. El sindicalismo fue conformado e influido por ideologías.

Mas en México, ese reconocimiento no se dio. Los nacientes gremios, si bien se sumaron a la defensa de la república acosada por el clero y los conservadores y potencias extranjeras, no fueron reivindicados.

Y es que el contexto socioeconómico no tenía aun por pivote la industrialización. Esta era incipiente, pues el país vivía aún bajo las premisas de una economía medieval, heredada de la colonia.

Siglo XX: los sindicatos se organizaron durante el intenso periodo de agitación social y política que precedió al estallido de la Revolución Mexicana. Papel crucial el del obrero: Cananea. Río Blanco.

Y durante la etapa armada y la lucha política –en centros urbanos– de la Revolución se eslabonaron coyunturas políticas, pero, al final, al obrero se le escamotearon sus derechos.

La Constitución de 1917 recogió los derechos laborales. Los hizo dogma. Pero los gobiernos civiles de la Revolución –desde Miguel Alemán– corporativizaron el sindicalismo. Para fines de control.

Los obreros –al igual que los campesinos– han sido históricamente víctimas de una feroz violencia económica, ora del propio Estado, ora éste en tándem con los patrones. Y así estamos.

Glosario:

 Coligarse: Unirse, asociarse, ligarse entre sí dos o más personas o entes.

 Expoliarse: De expoliar. Despojar con violencia o con iniquidad.

 Tándem: Unión de dos personas que tienen una actividad común, o que colaboran en algo.

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