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EL ALCALDE DE MORENA Y SU ESTRATEGIA PARA GENERAR VIOLENCIA A 5 DÍAS DE LA ELECCIÓN

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*  Contrario a lo que el alcalde Armando Azpeitia difundió mediante un comunicado “oficial”, tratando de confundir a la ciudadanía sobre los hechos violentos donde resultaron heridos tres policías y un civil, a las puertas del Palacio de Gobierno, en Pachuca, todo indica que los manifestantes  buscaban no precisamente una solución a reclamos no atendidos por el edil de San Salvador y otros más del ámbito federal; pero al paso del tiempo, los rumores toman fuerza con relación a que lo que realmente se trataba era de buscar un enfrentamiento para hacer aparecer  al gobierno local como represor.

Por Antonio Ortigoza Vázquez

Especial de Expediente Ultra

En política nada es casual y tras el aparente reclamo de una comunidad indígena instrumentado hasta con el pago de camiones por parte del alcalde morenista de San Salvador, Armando Azpeitia, –quien se queja de falta de recursos–, para llevar a sus seguidores a las puertas del Palacio de Gobierno en Pachuca, se escondió una bien calculada estrategia de provocación para tratar de revertir los números adversos a su partido.

Experto en las malas artes de la agitación y los métodos violentos como ex líder del Mexe y con vínculos a la beligerante Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el edil tenía bien claro que el objetivo de la protesta no era buscar solución a problemas que en buena medida dependen del gobierno federal y no estatal, como lo es la reapertura de la normal rural. Lo que se buscaba –y se logró a bote pronto–, era engañar y confundir a la opinión pública al hacer aparecer a las autoridades locales como represoras, a unos días de las elecciones intermedias.

Veamos los aparentes antecedentes y juzgue usted si no en todo esto hay un plan con maña:

Fue la solicitud de una celda solar para el funcionamiento de un pozo en la comunidad indígena de Xuchitlán, municipio de San Salvador, lo que llevó a los pobladores del lugar a reclamar incumplimiento al alcalde Armando Azpeitia Díaz, de Morena. El asunto, aparentemente fútil, fue para el edil una oportunidad «de oro», primero, para eludir responsabilidades y mejor aún: batear la pelota al gobierno del estado. Todo, a cinco días de las elecciones.

Como anillo al dedo el asunto y mejor, imposible.

Egresado de la ya desaparecida Normal Rural de «El Mexe» (de la cual es activo promotor para su reinstalación), militante de la «ultraizquierda» de la CNTE que atacó frontalmente la reforma educativa para la evaluación del magisterio, Azpeitia es un verdadero «maestro» en el arte de la agitación política y provocaciones violentas.

Así fue como una exigencia pacífica para que el alcalde cumpliera una mínima promesa de campaña, se transformó en otra cosa, cuando el grupo de 400 indígenas de Xuchitlán llegaron a Pachuca en seis autobuses (acompañados de «asesores» por cortesía del alcalde) y realizaron una manifestación violenta en su intento por ingresar a la fuerza al palacio de gobierno, se enfrentaron con la policía, que utilizó gases lacrimógenos. en tanto que los manifestantes les agredieron con las mismas vallas metálicas colocadas para contenerlos. Se reportaron tres policías lesionados y un manifestante hospitalizado.

Los hechos ocurrieron el martes primero de junio por la mañana. Una tarjeta informativa de la policía estatal señaló que «en el acto de protesta, el grupo de individuos intentó irrumpir en el recinto y comenzó a agredir verbal y físicamente a los oficiales estatales, incluso con tubos, vallas metálicas y piedras» y se afirma que «el incidente fue controlado minutos más tarde». Se informó asimismo que se ha dispuesto «una investigación inmediata» de los hechos.

Todo esto sucede a cinco días de las elecciones federales, con el antecedente de la «paliza» que recibió Morena en octubre pasado en los comicios municipales, en donde un correligionario y amigo del alcalde Azpeitia, Pablo Vargas, cargó con una humillante derrota como candidato de Morena a la alcaldía de Pachuca a manos del PRI, partido al que al arranque de las campañas «daban por muerto» en el partido oficialista.

AZPEITIA, ORGULLOSO EGRESADO DE «EL MEXE”

Durante la campaña electoral del año pasado para las municipales, el equipo de Armando Azpeitia distribuyó un «perfil» donde se le ubica como «docente, académico y sindicalista».

Con estudios de la Normal Rural de «El Mexe», de la Normal Superior de Hidalgo y miembro de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la organización que «lucha» por «plazas automáticas» sin examen previo; por la eliminación de las evaluaciones de la capacidad de los maestros, por una «educación popular» que no incluya la calidad académica y condene a los alumnos a ni siquiera dominar lo más elemental de la gramática, aritmética, geografía…

Azpeitia se enorgullece de haber sido dirigente estudiantil en «El Mexe».

Pero… ¿Qué cosa fue «El Mexe»?

En el año 2003, el gobernador Manuel Ángel Núñez Soto decretó el cierre de esa normal rural, después de una serie de disturbios, violencia y provocaciones por parte de grupos violentos que tenían el control total en la institución, por encima de las autoridades formales. De hecho, no funcionaba de forma alguna como centro educativo, sino todo lo contrario.

Allí se ejercía violencia, robos, violaciones contra estudiantes y porque todo eso «llegó al límite».

Azpeitia es de esos lidercillos dizque de izquierda a los que les importa un cacahuate que en las normales rurales se formen profesores realmente capacitados para sacar del rezago educativo a las zonas más apartadas y marginadas del estado y del país.

Pero eso sí: se ubicaba en lo que en esos tiempos se denominaba «autogobierno», en donde los directores y las demás autoridades eran rebasados, nulificados.

«Más que formación de maestros, eso fue una escuela de vicio», reconocieron Nancy García y Lauro Esteban Naranjo, ex integrantes del comité estudiantil de la Normal Rural de «El Mexe», lugar de donde, literalmente, escaparon un día para nunca más volver.

Nancy decidió fugarse «porque no pude soportar más vejaciones», afirma en video difundido hace unos años. Relató: «Por las noches, los dirigentes estudiantiles entraban a los dormitorios  de mujeres y eran violadas». Aclara que en su caso particular, «sólo fui acosada por el líder estudiantil Edgar Alamilla», pero no pasó de eso.

Afirmó asimismo que «a patadas obligaron al rector para que se aprobaran a los estudiantes que habían sido reprobados en los exámenes» y subrayó: «No se imaginan lo que se vive en ‘El Mexe’, dentro de ahí solo es un caos… se desarrolla ahí una enfermedad psicológica», declara, tajante, Nancy García.

Pero desde su campaña electoral, el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador manifestó su intención de «revivir» al «Mexe» porque fue liquidada por «los neoliberales, enemigos de la educación campesina», pero finalmente propuso abrir una Universidad para el Bienestar «Benito Juárez García» ( UBBJ), propuesta a la que esta totalmente en desacuerdo Azpeitia Díaz.

Y el alcalde se manifiesta en cada oportunidad como decidido partidario de que ese lugar sea «recuperado» para los hijos de campesinos.

Pero a casi tres años del régimen de la 4T, no hay ni siquiera indicios de que eso suceda. En cierto momento, el primer mandatario sugirió que se instalaría una «universidad» del tipo «campesino», pero es posible especular que AMLO tuvo en sus manos algún informe acerca del funcionamiento de las normales rurales controladas por la CNTE y organismos afines, y de seguro que de ninguna manera le gustó el sistema de anular a las autoridades formales.

Pero Azpeitia es alcalde morenista de San Salvador, tiene en su equipo a sus antiguos compinches de «El Mexe», los que irrumpían en los dormitorios femeninos parla violar impunemente a las muchachas, las que después, embarazadas, eran obligadas a practicarse un aborto.

El alcalde Azpeitia, amigo de Pablo Vargas y colaborador, en ciertos momentos, del académico muy cercano a Palacio Nacional, Luis Hernández Navarro.

Pero todavía no logra «revivir» a su Alma Mater.

Eso sí: por lo pronto, ya le armó una bronquita al gobernador de Hidalgo y le dio un respiro a su agonizante partido. Algo es algo, diría un clásico. Pero se guarda muy bien de plantarse frente a Palacio Nacional a cacarear sus reclamos. Tonto no es y luchador social, menos.

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