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* Luego de que las bases impidieron en mayo pasado que Juan Ayala Rivero y su grupúsculo de incondicionales se reeligieran en automático hasta el 2020, de manera soterrada ahora se autorizaron quedarse a perpetuidad tras la modificación hecha al artículo 161 de los estatutos; es hora que los trabajadores se pregunten si el diputado constituyente de verdad los representa o sólo cuida sus intereses personales
Por Carlos Gonzáles Merino*
Especial para Expediente Ultra
Los miles de agremiados al Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México (SUTGCDMX), ni siquiera están enterados de las reformas hechas de manera clandestina al artículo 161 de los estatutos de su organización mediante las cuales sus dirigentes seccionales, con Juan Ayala al frente en su calidad de Presidente, aseguraron a perpetuidad su permanencia en el cargo, al más puro estilo cetemista, y en clara contraposición al sentir de una ciudadanía que exige para el nuevo estado y su Constitución a aprobarse, métodos democráticos más abiertos y transparentes que permeen todos los ámbitos de las organizaciones sociales, incluidos los sindicatos.
Lo que se verificó en la más infamante de las opacidades en el Único, es la prueba más clara de cómo muchos “simuladores”, trepados en los partidos políticos como el PRD, irán a votar una Carta Magna para nuestra ciudad sin tener la capacidad y menos la vocación de servicio hacia quienes dicen representar. Si esta es la verdadera “filosofía política” de Ayala ¿Qué beneficios pueden esperar los habitantes de la CDMX de este “constituyente” surgido del oportunismo político?
El pasado mes de mayo, en una de nuestras anteriores entregas, alertamos del riesgo que corría la organización sindical más numerosa de la Ciudad de México porque un grupúsculo buscaba a toda costa preservar sus intereses personales por encima de los intereses de más de cien mil trabajadores. Como se recordará, el primer intento de reelegirse en el cargo en automático hasta el 2020 de todos los actuales dirigentes, fracasó ante la oposición interna de algunos líderes seccionales y la presencia de trabajadores que impidieron la consumación de tal imposición.
Tras abortarse el madruguete sindical, Juan Ayala Rivero dijo que por la expresión de la voluntad de los trabajadores se cancelaría la modificación al artículo 161, dejando su contenido intacto. Dio su palabra al respecto; empero, ahora las cosas muestran lo contrario y ponen al descubierto que la reforma sí se consumó a espaldas de los trabajadores, luego de emitirse las convocatorias para que algunos líderes seccionales actualmente en funciones y que ya se había reelegido por una ocasión, lo puedan volver a hacer de manera indefinida. Prueba de ello es el registro otorgado para contender a María del Rocío Franzoni Lobo, en la sección 39.
Según quedó plasmado en la modificación estatutaria, el 161 quedó de la siguiente manera: “El gobierno de cada sección estará a cargo de un Comité Ejecutivo Seccional que durará en sus funciones cuatro años y que no podrá ser removido total o parcialmente sino de acuerdo a lo establecido por estos Estatutos, podrán ampliarse en parte o en su totalidad los integrantes del Comité Ejecutivo Seccional en el mismo cargo a partir de la aprobación de estas reformas, sin que estas sean retroactivas para secretarios anteriores a este mandato y será mediante el voto personal, directo y secreto de la base trabajadora”.
Hay dos elementos que no pueden pasar desapercibidos para las bases; el primero, que esta “democracia selectiva”, pone un candado que impide a los ex secretarios, sobre todo a los de corrientes internas no afines al actual Presidente del Único, beneficiarse con la reforma estatutaria; es decir, cancela en automático la participación política de quienes no estuvieron dentro de la marcada traición a los principios democráticos del sindicato. El segundo elemento es que ya no limita el número de veces en que estos mismos “privilegiados” de la “democracia selectiva”, podrán reelegirse, como ocurrió a perpetuidad con Porfirio Díaz que duró 40 años en el cargo o el sempiterno líder de la CTM, Fidel Velázquez al que sólo la muerte, a los 97 años, quitó del liderazgo que ejerció por más de cuatro décadas. La encubierta reforma, como se aprecia, fue más allá de reelegirlos en automático hasta el 2020, ahora los eterniza.
La insustancial tesis que esgrime a manera de justificación a este resucitado “corporativismo priísta-cetemista”, Juan Ayala Rivero, es que hay enemigos que amenazan a los intereses de la “clase trabajadora”, en alusión directa y personal al actual líder de la bancada de MORENA en la Asamblea Legislativa, César Cravioto. En pocas palabras, los actuales líderes se van a eternizar en sus cargos para “proteger” a los trabajadores. Lo mismo decía Fidel Velázquez y los obreros del país pasaron de ser pobres a marginados.
El asunto, simple y llano, es que no los han defendido en todos estos años que llevan en sus encomiendas, por lo que es momento que los trabajadores vayan preguntándose quiénes son sus verdaderos enemigos que además de no representarlos ante el patrón, los están utilizando como moneda de cambio para mantener sus propios intereses personales. Un ejemplo de que Ayala y su séquito van a lo suyo es la mentira que hace poco divulgó el Presidente del Único a través de las redes sociales a los trabajadores sobre el otorgamiento de un incremento salarial que no se ha reflejado en sus pagos nominales.
Juan Ayala se ha “colgado”, y mal, de los incrementos obtenidos por la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), en los últimos años pues hay que recordar a los más de cien mil agremiados del Único, que su sindicato se rige por la Ley Burocrática de los trabajadores que prestan sus servicios a la federación y que al otorgarse el incremento en sus salarios a la burocracia nacional deben producirse en automático para ellos, y con el mismo porcentaje.
No hacerlo es un acto de clara discriminación que Ayala Rivero, por su incompetencia, ha permitido como ocurrió el pasado año cuando en todo el país los burócratas recibieron, tras la gestión al respecto del senador Joel Ayala Almeida –sin ningún vínculo familiar con Juan Ayala–, un aumento del 5,3 por ciento; ellos sólo alcanzaron el 3,6 por ciento. ¿Para eso quieren quedarse a perpetuidad los dirigentes actuales del Único?
Los hechos hablan por sí solos y para el Presidente del Único y sus incondicionales es más importante asegurar su permanencia en el cargo que valorar las situaciones por venir y que pueden afectar realmente a los trabajadores en su conjunto. No es casual que de manera paulatina la materia de trabajo se privatice o entregue a particulares para su manejo: ahí está el cierre de la planta de asfalto cuyos trabajadores, mediante engaños, fueron reubicados; prueba irrefutable es la concesión de los servicios de cobranza y los proyectos para privatizar el agua y los servicios de limpia y transporte, como ya ocurre en muchas ciudades del país.
Todo esto como parte de desventajosos acuerdos globales como el Acuerdo Internacional sobre el Comercio de Servicios (TISA), y que se supone, Ayala debería denunciar y combatir como miembro de un supuesto partido de izquierda como el PRD. Pero así como los dirigentes del Único buscan aferrarse con las “malas artes” de la imposición y el autoritarismo sindicales al cargo, de igual forma los trabajadores están en su derecho de expresar su libre opinión y buscar nuevas alternativas sindicales, si Juan Ayala y su grupúsculo persisten en manejar el Único como si fuera un coto privado. Es momento de que los más de cien mil agremiados reflexionen y se pregunten para qué les sirven sus actuales dirigentes.
(*)Abogado laborista, ex Vicepresidente del SUTGCDMX, ex Magistrado del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje y miembro activo de su organización sindical.