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Por Samuel Cantón Zetina / @Samuelcanton
Lo dijo Juan Gabriel a propósito de su sexualidad, pero le queda a Tabasco: “Lo que se ve, no se pregunta…”
Y es que con la violencia, los grupos criminales -salta a la vista- intentan desestabilizar al estado para presionar y negociar.
Lo hacen con extrema crueldad para no tardar en doblar al régimen.
Pablo Escobar Gaviria llegó en Colombia al extremo de hacer estallar en el aire un avión.
¿Por qué al cambio de gobierno?
¿Qué tuvieron hasta septiembre que se ven tan afectados por el relevo?
Claramente, demuestran que estaban más cómodos antes.
Pretenden entonces regresar con el nuevo gobierno a la situación de antes.
Escribimos en reciente publicación que no hay guerra contra los cárteles ni “abrazos no balazos”, pero sí respuesta del Estado.
Las provocaciones con que los delincuentes recibieron a Javier May permitieron poner a prueba -con éxito- uno de los 4 puntos de la Estrategia Nacional de Seguridad: la coordinación de los estados con las fuerzas federales.
El combate para contener a los generadores y multiplicadores del mal, postergado por años, no será fácil, rápido ni limpio siempre.
Pero si todas las partes involucradas, incluyendo a los gobernadores, cumplen ésta vez con su responsabilidad, México tiene leyes, mecanismos y capacidad de fuego para enfrentar la amenaza que se dejó crecer.
Toda la fuerza del Estado, sin concesiones, dispersiones, ambiguedades o duplicidades, contra los que atentan -desatando el caos y derramando sangre- contra la paz, el futuro y las oportunidades del país.
No hay más que dos opciones: volver a claudicar, o imponerse y retomar el control, a cualquier costo.
Las manecillas del reloj marcan la hora de recuperar a México…