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Por Samuel Cantón Zetina / @SamuelCanton
Claudia Sheinbaum la tiene fácil: en deporte, ya sabe lo que tiene que hacer.
Mejor aun: lo que no tiene que hacer.
La Olimpiada mostró que México tiene potencial para competir en casi todos las disciplinas, y que sus atletas (se la rifaron) merecen ser respaldados como en otros países.
Experiencias como Ana Gabriela Guevara en CONADE de ningún modo se pueden repetir.
Ahí queda, en las hermosas albercas parisinas, las fabulosas exhibiciones de nuestras sirenas maltratadas.
“Sirvió vender calzones”, dijo una de ellas, con sarcástica dedicatoria para la velocista.
¿Por qué pensar que una figura de pista o piscina tiene que ser apta para dirigir el deporte de una nación?
Esa garantía existe cuando enseñan en lo que destacan.
Después de ver a un boxeador (Verde) decidido a colgarse medalla cueste lo que le cueste, o a un clavadista mentalizado no para enfrentar a los chinos, sino para vencerlos (Osmar Olvera), seguro la futura presidenta entiende lo que tiene que hacer.
Su sexenio no puede cometer el error de no apoyar a los deportistas con potencial olímpico, porque ante los resultados de éxito que contra viento y marea obtienen, el gobierno se ve exhibido y rebasado.
La capital francesa nos deja una lección: el ímpetu azteca no es contenible, y -entonces- lo más inteligente y político es arroparlo, conducirlo y fundirse con él.
En Paris, los nuestros mostraron orgullo, pundonor y mentalidad triunfadora; compitieron de tú a tú y sin complejos, y dieron la pelea al límite de sus capacidades.
Ser de los mejores del mundo en cualquier actividad, deportiva o no, no es fácil.
Implica sacrificios inimaginables…
Por eso, es hora de valorar, respetar y apoyar a los deportistas.