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COVID: EN QUÉ FALLÓ TABASCO

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«El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo»

Winston Churchill

Por Samuel Cantón Zetina

“¿Qué hubieran hecho ustedes?”…

Quién no recuerda a Peña Nieto justificando, en enero del 2017, un gasolinazo.

No hacerlo, por su alza internacional, “resultaría en afectaciones más graves a la economía nacional”.

Le llovió recio, pero -bueno- ese es otro cantar.

Sin embargo, no es una pregunta que no podamos hacernos a propósito de la trágica situación que vive Tabasco con el COVID-19 (7593 contagios y 815 muertos).

Aunque también a nivel país, porque -del mismo modo- no paran los días de máximos históricos en positivos y defunciones (suman ya 165 mil 455 y 19747).

Vamos a las interrogantes:

Si los epidemiólogos Hugo López Gatell y Silvia Roldán Fernández atribuyeron al relajamiento de las disposiciones preventivas el chipote que le salió a la curva de contagios cuando se suponía que ya estaba “domada”, ¿el gran error fue no haber impuesto con mayor rigor la obligación de cumplirlas?

¡Alto!: cuando Hernán Bermúdez apercibió con dureza verbal a un vendedor ambulante que se resistía a ponerse cubreboca, una avalancha de chocos indignados se le fue encima reclamándole “como no entendía” que era pobre.

Por cierto, esos paladines de la justicia -o zalameros de las redes- no se ven ahora por ninguna parte, mucho menos por hospitales, velatorios o panteones.

Y desde México, también con sentido humanista, permeó la instrucción de convencer a la gente de acatar las recomendaciones, y no usar la fuerza (en lugares como CDMX vimos también que de repente se tradujo en abuso policial).

Pero somos demócratas y no represivos…

¿Qué hubieran hecho ustedes?

Segundo planteamiento: pasados tres meses de encierro, lapso en que el virus no se vio ni por asomo derrotado o sometido, tenía que abrirse la economía y las actividades esenciales, lo que en Tabasco empezará a suceder el lunes, porque continuar paralizados nos iba a llevar a un desenlace incluso más catastrófico que el de la pandemia.

Si de todas maneras íbamos a salir, para encontrarnos con el COVID, ¿qué sentido tuvo entonces el tiempo de confinamiento?

La explicación que desde un principio se dio es que era necesario para “aplanar” la curva de contagios y evitar el colapso de los hospitales y sistemas de salud, estrategia que hasta ayer funcionó en México y el Edén.

Sobre todo, no lo pierda de vista, por el pésimo estado de salud de la población.

El 57% de los compatriotas padece hipertensión o diabetes (lo empeora el hecho de que 30% ni siquiera lo sabe): 31 millones son hipertensos y 12 millones diabéticos; 72.5% de los adultos son obesos o cargan sobrepeso, 37% de los niños.

Nuestras instituciones resisten.

No se hizo, y tal vez era la clave, buscar agresivamente en las calles, con miles y miles de test, a los transmisores potenciales asintomáticos (muy pocas naciones lo hicieron).

Tabasco, con todo y ser de los estados con más pruebas, no hizo las suficientes.

Tercera y última reflexión: en dos días arranca “la nueva normalidad” en el estado, y dado que las estadísticas siguen siendo de horror, muchos opinan que es precipitado, que lo fue la mudanza de rojo a naranja en el semáforo epidemiológico, y que la matazón será aun peor.

Cabe decir que en todos los países, sin excepción, ha habido rebrotes a la hora de reabrir -China está en pánico con Pekín-, aunque también que ninguno lo hizo con números tan desfavorables como los nuestros (y no sabemos si, ahora sí, estamos en lo alto del pico).

¿Qué hubieran hecho ustedes?

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