Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 7 segundos
Por Samuel Cantón Zetina/@SamuelCanton
¿Qué tanto habrá cambiado de pensar Evaristo Hernández desde aquel discurso del 11 de septiembre del 2011 como presidente de la asociación Félix Fulgencio Palavicini?
Como es costumbre en políticos sin chamba, tomó el nombre de un personaje ilustre para inventarse un cuento y mantenerse en medios.
En la ocasión -toma de protesta de Alcides Mena como dirigente en Centro-, el alcalde dijo que PEMEX se llevaba la riqueza del subsuelo “mientras un tercio de su población se muere de hambre”.
Pero… ¿ha luchado él -dos veces que ha sido presidente- contra la empresa o para rescatar de la miseria a millares de paisanos?
¿O ya no son pobres?
Evaristo ha de hacer mucho por los que él mismo colocó en hambruna, con los más de ¡$10 mil millones! que manejará en éste trienio.
¿Y en qué sentido se ha pronunciado el misericordioso eterno aspirante a gobernador, tratándose de la nueva negativa a pagar de los morosos de la CFE?
Hace 8 años, dijo que era “clamor general” que aquí se instituyera un gobierno capaz de producir un pan del tamaño de su hambre.
Seguro horneó bollos muy grandes en el municipio.
De la educación, comentó que era “una tragedia” el último lugar.
Ahí no hay que preguntarle, porque ya sabemos, por voz de Narváez, que estamos igual.
De acuerdo a “la revolución” que Hernández propuso hace 11 años, había que construir mil aulas por año, climatizarlas todas, y dar computadora a cada alumno de primaria.
¿Lo hace en Centro?
Del campo, pontificó que “un buen inicio” sería dar mil tractores a los campesinos.
¿Tiene la capital un agro tecnificado?
Otra cosa que criticó, pero que también hizo, no una sino dos veces, fue echar a la calle a burócratas para reemplazarlos con su grupo.
No es raro que con “hueso”, Evaristo guarde silencio -según Porfirio Díaz, perro con el hocico ocupado, ni ladra ni muerde-, pero que feo es que su ideología y humanismo dependan del gordo de su billetera y del partido en que esté.
